viernes, 30 de abril de 2010

Vivir como las flores

En muchas ocasiones observamos que el entorno en que nos movemos es a veces más fuerte que nosotros, y es fácil dejarse llevar por la corriente.

La historia de esta semana recuerda que aún en medio de situaciones difíciles o de personas complicadas, se puede, no sólo tener criterios propios, sino transformar lo feo en bello, lo malo en bueno. 

Decía San Agustín que hasta del pecado, de lo negativo, se pueden sacar consecuencias positivas. Este es para mí el mensaje que transmite la historia que comparto este fin de semana, Vivir como las flores.

Espero que os guste.


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Vivir como las flores

Hace muchos años, un discípulo le preguntó a su maestro:

- Maestro, ¿qué debo hacer para no sentirme molesto con la gente?... Algunas personas hablan demasiado. Otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquéllas que son mentirosas y sufro con aquéllas que calumnian. 

- ¡Pues, vive como las flores!, le advirtió el maestro. 

- Y ¿cómo es vivir como las flores?, preguntó el discípulo. 

- Fíjate en esas flores -continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín. 

'Nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos. 

Es razonable angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. 

Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para sentirse molesto... Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien. 

¡Esto es vivir como las flores!'

martes, 27 de abril de 2010

Leer está de moda

Seguramente os ha llegado este video que se está
haciendo famoso por la web y ya lo conocéis, pero por si acaso no es así lo comparto esta semana.

¡¡Hay que ponerse a la última en tecnología audiovisual!!!

¡¡Y animarse a leer, que hay auténticas joyas!!

Que lo disfrutéis!!


viernes, 23 de abril de 2010

Los dos hermanos


Dicen los filósofos representantes del 'pensamiento débil' que las grandes ideas han muerto: el dar la vida por un ideal, el comprometerse a fondo por una causa, el defender al indefenso, ... son ideas cada vez más diluidas y más difíciles de encontrar en la sociedad que nos rodea.

Pero los valores que constituyen la personalidad humana siguen estando ahí, en el corazón del ser humano, esperando un resquicio para poderse manifestar. Y cuando lo hacen nos llenan de satisfacción y de alegría interior.

Esto es lo que me ha recordado el cuento que comparto esta semana, que se titula Los dos hermanos, en el que nos recuerda que la generosidad y pensar en el otro también es importante.

¡Espero que os guste!

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Los dos hermanos

Dos hermanos poseían unas tierras que habían recibido en herencia y las trabajaban conjuntamente.

Uno estaba casado y tenía varios hijos. El otro era soltero. Aquellas tierras eran buenas para el trigo y los dos hermanos trabajaban afanosamente en su campo, ya fuera arando, sembrando o haciendo la recolección.


Un año, cuando llegó la época de la cosecha, los dos hermanos se repartieron el trigo cosechado. Hicieron dos montones de gavillas de trigo. Cada montón con el mismo número de gavillas: cien.

 

Por la noche el hermano soltero se dijo a sí mismo: el reparto es justo, pero mi hermano está casado y tiene que alimentar a sus hijos. Yo estoy solo, y por tanto necesito menos para vivir.

Decidió ir esa misma noche al campo, y de su montón pasó al de su hermano 20 gavillas.

Aquella misma noche, el hermano casado pensaba lo siguiente: es reparto es justo, pero mi hermano está solo y necesita más dinero para poder pagar la lavandería, la mujer que cuida de su casa, ahorrar para su vejez, ... Yo puedo pasar con menos porque mis hijos ya trabajan y ganan dinero.

También este hermano decidió ir al campo: de su montón pasó al de su hermano soltero 20 gavillas.
 
Al día siguiente, cuando fueron a trabajar, los dos hermanos se quedaron asombrados al ver los dos montones con el mismo número de gavillas, pero ninguno manifestó nada. Esa noche cada uno, intrigado, volvió sigilosamente a pasar su parte a la del hermano, y cada día se encontraban con el mismo resultado: en mismo número de gavillas en cada montón.


Así que la operación del traspase de gavillas se repitió en noches sucesivas, hasta que al fin una noche ambos hermanos se encontraron en pleno intercambio de gavillas.

Tras la sorpesa inicial se fundieron en un gran abrazo, lo celebraron con grandes risas y se dieron cuenta de que la generosidad de pensar en el otro antes que en uno mismo  siempre es recompensada con creces.