viernes, 27 de febrero de 2009

La cosecha

Para mí la labor educativa con niños y jóvenes supone todo un reto que me ayuda a estar en contacto con la realidad de los adolescentes. La bonita tarea de transmitir unos valores, no sólo unos conocimientos, que ayuden a las personas a ser más personas es muy gratificante.

Pero también tiene sus momentos de frustración: ¿es realmente útil?, ¿vemos los efectos de nuestra entrega?, ¿vale la pena el sacrificio que conlleva?, .... Todo esto y más me ha sugerido la historia que esta semana comparto con vosotros. Y sí: para mí sí merece la pena!!
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LA COSECHA


En un oasis escondido en medio del desierto se encontraba el viejo Eliahu de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras.


Su vecino Hakim se detuvo a abrevar sus camellos y lo vio transpirando, mientras parecía cavar en la arena.


- ¿Qué tal anciano? -le dijo.


- Muy bien -contestó Eliahu sin dejar su tarea.


- ¿Qué haces aquí, con este calor, y esa pala en las manos?


- Siembro dátiles -contestó el viejo.


- ¿Dátiles? -repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez-. El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Dime, ¿cuántos años tienes?


- Ochenta, pero eso, ¿qué importa?


- Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Aunque vivas hasta los cien años, difícilmente podrás llegar a cosechar algo de lo que siembras. Deja eso y ven conmigo.


- Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.

viernes, 20 de febrero de 2009

El pintor

Normalmente sólo vemos la punta del iceberg de las cosas que nos rodean, y más cuando se trata de ver lo que hay 'dentro' de las personas: motivaciones, ideales, sueños,... Por eso nos conviene recordar que detrás de cada trabajo bien hecho hay mucho más de lo que podemos imaginar. De esto trata la historia de esta semana. ¡Que la disfrutéis!

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EL PINTOR


Había una vez, en la antigua China, un extraordinario pintor cuya fama atravesaba todas las fronteras. En las vísperas del año del Gallo, un rico comerciante pensó que le gustaría tener en sus aposentos un cuadro que representase a un gallo, pintado por este fabuloso artista.



Así que se trasladó a la aldea donde vivía el pintor y le ofreció una muy generosa suma de dinero por la tarea. El viejo pintor accedió de inmediato, pero puso como única condición que debía volver un año más tarde a buscar su pintura. El comerciante se amargó un poco. Había soñado con tener el cuadro cuanto antes y disfrutarlo durante el año signado por dicho animal. Pero como la fama del pintor era tan grande, decidió aceptar y volvió a su casa sin chistar.



Los meses pasaron lentamente y el comerciante aguardaba que llegase el ansiado momento de ir a buscar su cuadro. Cuando finalmente llegó el día, se levantó al alba y acudió a la aldea del pintor de inmediato. Tocó a la puerta y el artista lo recibió. Al principio no recordaba quien era.



-Vengo a buscar la pintura del gallo -le dijo el comerciante-.



-¡Ah, claro! -contestó el viejo pintor-.



Y allí mismo extendió un lienzo en blanco sobre la mesa, y ante la mirada del comerciante, con un fino pincel dibujó un gallo de un solo trazo. Era la sencilla imagen de un gallo y, de alguna manera mágica, también encerraba la esencia de todos los gallos que existen o existieron jamás. El comerciante se quedó boquiabierto con el resultado, pero no pudo evitar preguntarle:



-Maestro, por favor, contésteme una sola pregunta. Su talento es incuestionable, pero ¿era necesario hacerme esperar un año entero?



Entonces el artista lo invitó a pasar a la trastienda, donde se encontraba su taller. Y allí, el ansioso comerciante pudo ver cubriendo las paredes y el piso, sobre las mesas y amontonados en enormes pilas hasta el techo, cientos y cientos de bocetos, dibujos y pinturas de gallos, el trabajo intenso de todo un año de búsqueda incesante.

viernes, 13 de febrero de 2009

El jardín de los valores

¡Felicidades a tod@s por San Valentín, patrono de los enamorados!

Hoy, como no podía ser menos, envío un cuento sobre el amor. Muchos lo conocéis, pero a mí me encanta pues explica -entre otras muchas cosas- una peculiaridad del amor que vemos todos los días a nuestro alrededor
(no digo cuál para no adelantarme y que lo leáis hasta el final :-)). Con todos, El jardín de los valores.

Un abrazo muy fuerte, un feliz finde, y, como decía San Felipe Neri : "sed buenos... si podéis" :-))

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El jardín de los valores



Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el ABURRIMIENTO había bostezado por tercera vez, la LOCURA, como siempre tan loca, les propuso: - ¿Jugamos al escondite?



La INTRIGA levantó la ceja intrigada y la CURIOSIDAD, sin poder contenerse, preguntó: "¿Al escondite?, ¿y cómo es eso?"



- Es un juego -explicó la LOCURA- en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes al que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.



El ENTUSIASMO bailó secundado por la EUFORIA. La ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATÍA, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar. La VERDAD prefirió no esconderse (¿para que?), si al final siempre la hallaban, y la SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido suya), y la COBARDÍA prefirió no arriesgarse...



- Uno, dos, tres...- comenzó a contar la LOCURA.



La primera en esconderse fue la PEREZA que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La FE subió al cielo, y la ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La GENEROSIDAD casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: que si un lago cristalino, ideal para la BELLEZA; que si el bajo de un árbol, perfecto para la INTIMIDAD; que si el vuelo de la mariposa, lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD; que si una ráfaga de viento, magnífico para la LIBERTAD. Así que terminó por ocultarse en un rayito de sol. El EGOÍSMO, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero sólo para él.



La MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (¡mentira!, en realidad se escondió detrás del arco iris), y la PASIÓN y el DESEO en el centro de los volcanes. El OLVIDO... ¡se me olvidó donde se escondió!... pero eso no es lo importante.



Cuando la LOCURA contaba 999.999, el AMOR todavía no había encontrado un sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores.



-¡Un millón!- contó la LOCURA y comenzó a buscar.



La primera en aparecer fue la PEREZA, sólo a tres pasos de la piedra. Después escuchó a la FE discutiendo con Dios en el cielo sobre Zoología. Y a la PASIÓN y al DESEO los sintió en el vibrar de los volcanes.



En un descuido encontró a la ENVIDIA y, claro, pudo deducir donde estaba el TRIUNFO. Al EGOÍSMO no tuvo ni que buscarlo; el solito salió disparado de su escondite, que había resultado un nido de avispas.



De tanto caminar sintió sed y, al acercarse al lago, descubrió a la BELLEZA. Y con la DUDA resulto más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de que lado esconderse.



Así fue encontrando a todos: el TALENTO entre la hierba fresca, la ANGUSTIA en una oscura cueva, la MENTIRA detrás del arco iris y hasta el OLVIDO, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.



Pero sólo el AMOR no aparecía por ningún sitio.



La LOCURA busco detrás de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal y las rosas... Tomó una horquilla y comenzó a mover sus ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. ¡Las espinas habían herido en los ojos al AMOR! La LOCURA no sabía qué hacer para disculparse: lloró, rogó, imploró y hasta prometió ser su lazarillo.



Y desde aquel entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra, el amor es ciego y la locura lo acompaña siempre.